Sarmiento, una vida hecha legado

Lic. Joaquín García Marquillas

La preeminencia de la novedad y las modas, las urgencias del día a día, o en otros términos, la hegemonía del presente, pareciera afirmar una imagen del pasado tan lejano como obsoleto, devenido en prehistoria; ¿qué sentido tiene volver a mirar una vida como la de D. F. Sarmiento? 

La historia requiere de cierto ejercicio de desmontaje; poner en cuestión aquello que se afirma para dar lugar a la reflexión. Pero atento a una advertencia: lo simple puede resultar demasiado fácil pero tiene sus costos.

Ante Sarmiento rápidamente nos topamos frente a dos posiciones; quienes levantan sus monumentos y quienes deciden derribarlo.  Cabe decir que en la escritura del pasado no sólo se pone en juego la verdad sino que también, diría fundamentalmente, lo político. Pienso este último término, tan bastardeado, como aquello que tiene que ver con lo colectivo, lo común, la comunidad. Entonces, ¿Desde qué lugar pensar a Sarmiento?

Me inclino a pensarlo, junto al conjunto de sus variadas producciones escritas, como legado; con la capacidad de posarse sobre nuestras espaldas e interpelarnos; de sobrevivirnos aún frente a nuestra ignorancia.

Agregaría un pequeño comentario a este asunto. No pocas preguntas perturbaron el espíritu de aquel hombre que sufrió su segundo exilio, cuyo refugio fue el país transandino, y desde dónde nos legó su principal obra; ¿Cómo es que una revolución, que emergió como un tiempo nuevo, prometió libertad, felicidad y progreso, devino en la tiranía de Rosas?

Si, tal como creía con firmeza, el tiempo arrasa con todo lo que se detiene y las leyes inexorables de la historia se sobreponen a cualquier resistencia ¿Cómo entender el presente signado por la hegemonía del gobierno de Rosas? Y, como naturalmente los hombres y mujeres están destinados a la acción, ¿cómo lidiar con la barbarie que rehúsa de la civilización?

A pesar de todo, y porque así lo creía, el triunfo llegaría de todos modos, ¿qué proyecto de nación sostener? ¿Qué plan de gobierno impulsar?

En aquellos tiempos, entre la escritura y la acción no había titubeos; la pluma intentaba calar tan hondo como las lanzas de las montoneras o los cuchillos de los gauchos. Escritura y acción configuran a Sarmiento.

Sabemos, por la segunda edición de su libro “Facundo. Civilización y barbarie”, que Valentín Alsina, le reconoció a Sarmiento el haber ofrecido respuestas a estos problemas que atravesaban el siglo XIX.  El horizonte, a partir de entonces, se observó por medio de un periscopio compuesto por el par civilización/barbarie y cuyo anhelo más grande fue el de, como dijo un reconocido historiador, llevar adelante un proyecto de nación para el desierto argentino. 

Los balances que se puedan hacer de tales experiencias nos pertenecen, o mejor, pertenecerán a cada generación que se encargue de lidiar con su propio pasado.


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